En todas las casas de España hemos escuchado cientos de miles de veces hablar de la "tan temida cuesta de enero" que llega tras el consumismo irracional de la Navidad y que a veces parece más dura que la subida al Alpe d'Huez... Es verdad que en Navidad todos hacemos excesos económicos en la compra de regalos y alguna que otra fiesta, pero lo cierto es que cuando terminan esas vacaciones volver a la rutina no implica ningún gasto añadido. Sin embargo, septiembre llega después de un período vacacional mucho más largo al de Navidad en el que, aunque no se compran regalos, se multiplican las salidas de casa, las comidas, las cenas, los desplazamientos y un largo etc. de gastos, y al terminar el verano nos encontramos con la vuelta al cole que en todas las casas en donde hay niños conlleva para los padres una auténtica "sangría" con la inevitable compra de libros, material escolar de todo tipo, uniformes de colegio, ropa deportiva, ropa de calle de otoño, calzado. Y así otro largo etc. de gastos ineludibles que suponen un importantísimo esfuerzo para las familias que vienen de pasar sus deseadas vacaciones en las que mucho o poco siempre se gasta dinero. Por eso, en mi opinión si lo de enero se llama "cuesta", lo de septiembre tendría que llamarse "terraplén".