TODOS los que ya tenemos unos años nos ma-ravillamos cada día con "el milagro de internet" como nuestros padres lo hicieron con la televisión o nuestros antepasados con la radio. Nadie cuestiona hoy en día ni pone en duda los beneficios de la red para divulgar información, para facilitar el acceso al conocimiento o para dar-nos capacidad para conectarnos, sin embargo no todo es positivo en el "mundo virtual" ni solamente existen riesgos para los jóvenes que es a quienes de modo mayoritario imputamos un mal uso de la red.
La inmediatez con la que "los buscadores" resuelven la duda sobre el significado de una palabra o la distancia entre dos localidades provoca que en infinidad de ocasiones los internautas busquen una solución igual de rápida y superficial a problemas que no lo son. Así resulta ya una realidad que, por ejemplo, en el mundo de la medicina o del derecho las personas pretendan encontrar diagnóstico y tratamiento a sus problemas a través de un buscador.
Cada vez es más recurrente que en las entrevistas con clientes manifiesten todos "sus conocimientos virtuales" sobre su asunto ade- más de que expliquen al profesional cual es la solución que han encontrado así como el ca- mino a seguir, todo ello por supuesto según la información facilitada por otros internautas que en muchas ocasiones tienen una nula capacidad de análisis, filtración e interpretación de la información que están manejando y que el cliente asume como una verdad inatacable con la pretensión de que el profesional al que acuden se convierta en un mero instrumento para llevar a efecto su objetivo que tan complicado resulta explicar que se basa en fundamentos completamente erróneos.
Así que, como dijo en la Grecia antigua Apeles, uno de los pintores más importantes de la época, "¡zapatero a tus zapatos!".