Hoy no voy a escribir sobre una sentencia concreta, ni tampoco sobre jurisprudencia o sobre doctrina. Hoy voy a escribir sobre sensaciones y sentimientos que me provoca ver determinadas situaciones con las que te tropiezas en el ejercicio de la profesión.
Hace unos días tuve ocasión de trabajar en un asunto que me ha hecho reflexionar enormemente. Me refiero a los procesos de incapacidad, sus límites y las consecuencias de los pronunciamientos para los enfermos.
Nuestra legislación permite realizar reconocimiento de la incapacidad total y también parcial para los supuestos de aquellas personas que no encontrándose completamente incapacitados necesitan de un “complemento” a su capacidad para determinados ámbitos de su vida que normalmente suele ser el patrimonial. De esta forma aquella persona necesitará de un “curador” para poder realizar determinadas disposiciones por ejemplo de su patrimonio.
Yo ya he reconocido en este blog en ocasiones anteriores mi “debilidad” por los ancianos y el malestar que me produce su sufrimiento cuando forman parte de un procedimiento de derecho de familia en el que yo trabajo y me permite constatar situaciones de abuso, abandono, aprovechamiento, etc. Pues algo parecido me ocurre con los incapaces y por eso hoy le dedico mi post a ellos.
Se que es muy fácil hablar desde la distancia cuando no tienes en tu casa a una persona con estas circunstancias pero sin caer en injustas generalidades y por supuesto sin poner en duda que hay familias y personas que tienen a sus mayores y/o sus incapaces entre algodones, ¡cuánto abuso y cuanto aprovechamiento hay a su alrededor!.
Me decía hace unos meses una persona en mi despacho que le habían requerido del juzgado para que justificase la utilización de la pensión de más de 2.000€ mensuales de su hermano (del que era tutor) que le parecía increíble. A mi, que escuchaba atentamente, lo que me parecía increible era que la familia hubiera hecho del incapaz “su modo de vida” haciendo uso sin ningún pudor del cien por cien de la abultada pensión y que lo justificasen afirmando “le compro ropa si la necesita” hombre….solo faltaría que el incapaz estuviese desnudo….o que no se le diese un plato de caldo…
Se que se trata de una cuestión realmente delicada y de difícil consideración y que no es lo mismo una persona dependiente que requiere de cuidados las veinticuatro horas del día, que una persona con algunas limitaciones físicas, otras con limitaciones psíquicas, otras que son agresivas, otras que no lo son, otras que son autosuficientes con su aseo personal y que comen de modo autónomo, etc. pero se ven tantas ocasiones en las que los tutores y/o curadores se aprovechan de los más débiles, tantas en las que a las familias solo les importa “la paga” de fin de mes, tantas en que se les deja “eternamente” en una residencia para que “no den trabajo” que no quisiera ser yo quien tuviera que tomar la decisión de incapacitar o no a alguien, de decir cual es el alcance de la capacidad de otra persona y mucho menos decidir quien debe de ser el tutor o curador porque menuda responsabilidad tan enorme y vaya elementos algunos que tienen en sus manos la vida del incapaz….que Dios me de mucha cordura para no necesitarlo o me la quite toda de golpe para no enterarme de nada, porque si te das cuenta de lo que algunos hacen contigo, ¡vaya tristeza y vaya sufrimiento!.