La actualidad política nos envuelve de tal forma desde la inauguración del presente curso 2017/2018 que en el ecuador del primer trimestre parece no haber ocurrido nada de interés aparte de los derroteros del llamado proces catalá. En mi caso recibir la invitación para asistir a la Gala de entrega de los premios gallegos del año de EL CORREO GALLEGO ha servido para pararme a pensar sobre el vertiginoso ritmo de nuestras vidas y la caída de las hojas del calendario sin apenas darnos cuenta de la trascendencia de nada de lo que nos rodea.
Mi primera reflexión ha sido sobre el día de Todos los Santos y cómo lo vivía en mi niñez haciendo una comparativa con la actualidad. Pensar en aquellos días es sentir el frío, el fuerte viento y la desagradable lluvia lateral que nos acompañaba a los compostelanos un año tras otro en el cementerio de Boisaca cuando visitábamos a nuestros difuntos.
Recordar esos años es hacerlo de cómo llegábamos al coche helados y empapados y pedíamos a nuestros padres o abuelos que nos comprasen castañas asadas o nos llevasen a tomar un buen chocolate con churros, pero ahora el día de difuntos podemos ir a la playa, nuestros hijos nos piden un helado y se disfrazan de brujas o de muertos... y no digo yo que no sea estupendo que la sociedad evolucione, pero claro que se haga hasta el punto de que lo ajeno es lo más celebrado y lo nuestro deja de estar presente a mí, sinceramente, me chirría un poco.
Y es que el cambio climático parece no ser responsabilidad de nadie y continuamos huyendo hacia delante sin darnos cuenta de que ya es una realidad que cuando queramos poner remedio será demasiado tarde. Los ganaderos son incapaces de alimentar su ganado. Los agricultores ven impotentes como pierden sus cosechas. El sector textil no puede hacer frente a los costes de una campaña de otoño con temperaturas de verano y los sectores turísticos de invierno se echan las manos a la cabeza al ver que en lugar de recibir las primeras nieves continuamos con bañador y gafas de sol.
Ahora bien, que los niños gallegos piensen que el puente de difuntos son “las vacaciones de halloween” y que la noche de todos los Santos celebramos “truco o trato” no me digan que no se puede evitar. Las casas se llenan de tumbas y de telas de araña, las pandillas piden caramelos por las casas… yo debo de ser rarita, pero es algo que siento tan ajeno, que me niego…